SALMO 69
En el Salmo cuarenta y uno había lirios dorados que desprendían mirra olorosa y suave, y florecían en hermosos jardines al borde de palacios de marfil; en éste tenemos el lirio entre espinas, el lirio del valle hermoso, floreciendo en el Jardín de Getsemaní.
Si alguno inquiere: «¿De quién dice esto el Salmista? ¿De sí mismo o de otro?», contestaremos: «De si mismo y de algún otro.» Quién es este otro no tardaremos mucho en descubrirlo; sólo del crucificado se puede decir: «En mi sed me dieron vinagre para que lo bebiera.» Sus pisadas a lo largo de este cántico lastimero han sido indicadas por el Espíritu Santo en el Nuevo Testamento, y por tanto creemos y estamos seguros que se trata del Hijo del Hombre aquí.
Con todo, parece que la intención del Espíritu es, si bien da tipos personales y con ello muestra la semejanza al primogénito que existía en los herederos de salvación, hacer resaltar también las diferencias entre el mejor de los hijos de los hombres y el Hijo de Dios, porque hay versículos aquí que no se pueden aplicar a nuestro Señor; casi nos estremecemos cuando vemos a algunos hermanos que intentan hacerlo, como, por ejemplo en el vers. 5. C. H. S.
Este Salmo ha sido en general considerado como mesiánico. No hay porción de las Escrituras del Antiguo Testamento que sea mencionada con mayor frecuencia en el Nuevo, con la excepción del Salmo 22. J. J. Stewart Perowne
Versículo 1. Sálvame, oh Dios.
«A otros salvó, a sí mismo no puede salvar.» Con lágrimas y suplicas ofreció oraciones a Aquel que podía salvarle de la muerte, y fue oído en lo que temía. Así oraba David, y aquí su Hijo y Señor pronunció el mismo clamor.
Es notable que una escena luctuosa así sea presentada inmediatamente después del himno jubiloso de la ascensión del Salmo anterior, pero esto sólo nos muestra en qué forma están entretejidas las glorias y las aflicciones de nuestro siempre bendito Redentor.
Porque las aguas me llegan hasta el cuello. La angustia corporal no es su queja principal; empieza no con la bilis que le amargaba los labios, sino con la aflicción poderosa que partía su corazón. Todo el mar que se halla fuera de un navío es menos de temer que el que se encuentra dentro. En todo esto El simpatiza con nosotros y es capaz de socorrernos, como cuando Pedro empezó a hundirse y gritó: «¡Señor, sálvame, que perezco!
Versículo 2. Estoy hundido en cieno profundo, donde no puedo hacer pie.
Todo cedía bajo los pies del Sufriente; El no podía hacer pie en parte alguna como apoyo: éste es el destino del que se ahoga. El pecado es como cieno en su suciedad, y el alma santa del Salvador tiene que haber aborrecido incluso esta conexión con él, que era necesaria para su expiación. C. H. S.
Me hundo... no puedo hacer pie. Vi verdaderamente que había motivo de regocijo para aquellos que echan mano de Jesús; en cuanto a mí, me veía impedido de hacerlo a causa de mis transgresiones, y me había quedado sin lugar donde poner el pie o agarrarme, entre los puntos de apoyo que hay en la preciosa Palabra de vida.
Y verdaderamente ahora sentía que me hundía en lo profundo, como una casa cuyos cimientos han sido destruidos; consideré mi condición como la de un niño que ha caído en una acequia de molino, y aunque golpea el agua y salpica, con todo, no halla donde agarrarse o poner el pie, por lo que al fin ha de morir en esta condición. John Bunyan
He venido al fondo de las aguas, y me arrastra la corriente. Nuestro Señor no era un sentimental desvaído; sus males eran reales, y aunque los soportaba heroicamente, pese a todo, eran terribles incluso para El. Detuvo el torrente de la ira del Omnipotente, para que nosotros pudiéramos gozar para siempre del amor de Jehová. C. H. S.
Versículo 3. Mi garganta se ha enronquecido.
Son muy pocos los santos que siguen a su Señor en una oración hasta ese punto. Por desgracia, es más probable que nosotros nos quedemos enronquecidos hablando de frivolidades con otros hombres que suplicando a Dios; sin embargo, nuestra naturaleza exige más oración que su perfecta humanidad podía necesitar. Sus oraciones deberían impulsarnos a sentir más fervor.
Han desfallecido mis ojos esperando a mi Dios. Hay ocasiones en que deberíamos orar hasta que la garganta haya enronquecido y los ojos desfallezcan. Sólo así podemos tener comunión, con El en sus sufrimientos. ¡Cómo!, ¿no hemos podido velar con El ni una hora? ¿Se retrae la carne? ¡Oh carne cruel, tan tierna para ti mismo y tan poco generosa con tu Señor! C. H. S.
¡Oh caso lamentable! Que pudieran desfallecer aquellos ojos con los cuales Jesús miraba a las multitudes, como cuando subió al monte para dar los preceptos del Nuevo Testamento; o bien contempló a Pedro y Andrés, y los llamó; o bien, viendo al cobrador de contribuciones, lo llamó para hacer de él un evangelista; con los cuales contempló la ciudad y lloró sobre ella... Los ojos que contemplaron a Simón cuando le dijo: «Tú eres hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas.» Los ojos con que miró a la mujer que había pecado, y le dijo: «Tu fe te ha salvado, ve en paz.» Vuelve estos ojos hacia nosotros, y nunca los apartes de nuestras oraciones continuas. Gerhohus
Versículo 4. Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza los que me aborrecen sin causa.
«Este es el heredero; venid, matémosle, y la heredad será nuestra», fue la resolución unánime de los labradores de la viña judía; en tanto que los gentiles fuera de las paredes del jardín proporcionaron los instrumentos para su muerte, y en realidad la realizaron. C. H. S.
Es bien conocido lo que Tertuliano refiere de Sócrates cuando se encontró con su esposa después de su condena; su mujer se le dirigió con lágrimas en los ojos y le dijo: «Te han condenado injustamente, Sócrates.» Su respuesta fue: «¿Quisieras que me hubieran condenado justamente?» Lorinus
¿Y he de pagar lo que no robé? Con referencia a nuestro Señor, se puede decir muy bien que El restaura lo que no quitó; porque El devuelve al honor ultrajado de Dios una recompensa, y al hombre su felicidad perdida, aunque el insulto del uno y la caída del otro no fueron en modo alguno actos suyos. En general, cuando el gobernante peca el pueblo sufre, pero aquí el proverbio queda invertido, las ovejas se descarriaron y su desvarío es achacado al pastor. C. H. S.
Salmo 69 - Un Grito de Angustia
En el Salmo cuarenta y uno había lirios dorados que desprendían mirra olorosa y suave, y florecían en hermosos jardines al borde de palacios de marfil; en éste tenemos el lirio entre espinas, el lirio del valle hermoso, floreciendo en el Jardín de Getsemaní.
El diablo erró cuando se arrogó en los cielos lo que no era suyo, al jactarse de que era como el Altísimo, y por ello paga una pena justa... Adán también erró cuando, no por su cuenta pero sí bajo la seducción del diablo: «Seréis como dioses», procuró asemejarse a Dios cediendo al engaño de la mujer.
Pero el Señor Jesús no consideró usurpación el igualarse con Dios... y, con todo, sus enemigos dijeron: «Crucifícale, porque se ha hecho Hijo de Dios.» Gerhohus
Versículo 5. Oh Dios, Tú conoces mi insensatez.
David podía decir esto, pero no el Hijo de David, a menos que se entienda como una apelación a Dios en el sentido de la ausencia de la locura que los hombres le imputaban cuando decía que estaba loco. Lo que es locura para los hombres era sabiduría suprema delante de Dios. Con qué frecuencia podemos usar estas palabras en su sentido natural, y si no fuéramos tan necios como ciegos para nuestra propia locura, esta confesión se hallaría a menudo en nuestros labios. C. H. S.
Y mis pecados no te son ocultos. Esta oración, que no lleva confesión en ella, puede complacer al orgullo farisaico, pero no trae consigo justificación. C. H. S.
Versículo 6. No sean avergonzados por causa mía los que en Ti confían, oh Señor Jehová de los ejércitos.
Los no creyentes están dispuestos a agarrarse a todo lo que pueda poner en ridículo a la fe humilde; por tanto, oh Jehová de los ejércitos de Israel, no permitas que mi caso sea motivo de que blasfeme el enemigo; éste es el espíritu del versículo. C. H. S.
No sean confundidos por milos que te buscan, oh Dios de Israel. En las profundidades de la tribulación no se le escapó ninguna palabra de queja porque no había queja en su corazón. El Señor de los mártires fue testimonio de una buena confesión. Fue corroborado en la hora del peligro y salió más que vencedor, como haremos nosotros también si echamos mano firmemente en nuestra confianza hasta el final. C. H. S.
Versículo 7. Porque por amor de Ti he sufrido afrenta.
Porque se propuso hacer la voluntad de su Padre y enseñar su verdad el pueblo estaba indignado; porque declaró ser el Hijo de Dios los sacerdotes estaban airados. No podían hallar falta en El, pero se vieron forzados a inventar una acusación falsa para poder someterle a proceso ante el Sanedrín. El fondo de la disputa era que Dios estaba con El, y El con Dios, en tanto que los escribas y fariseos buscaban sólo su propio honor. C. H. S.
La vergüenza ha cubierto mi rostro. No hay nada que una naturaleza noble aborrezca más que la vergüenza, porque el honor es una chispa de la imagen de Dios; y cuanto más clara es la imagen de Dios en uno, más es aborrecida por él la vergüenza.
Qué tiene que haber significado, pues, para Cristo el que, por el hecho de tener que satisfacer a Dios en cuanto al honor rebajado por el pecado del hombre, además de todos los castigos, tuvo que sufrir más aún de la vergüenza, la cual es también uno de los mayores castigos del infierno. Thomas Goodwin
Versículo 8. He venido a ser un forastero para mis hermanos.
Los judíos, sus hermanos de raza, le rechazaron; su familia, sus hermanos de sangre, se sentían ofendidos por El; sus discípulos, sus hermanos en espíritu, le abandonaron y huyeron; uno de ellos le vendió y otro le negó entre juramentos y maldiciones.
Y un desconocido para los hijos de mi madre. Que ninguno de nosotros actúe nunca como si fuéramos desconocidos con respecto a Él; que nunca le tratemos como si fuera un extraño para nosotros; más bien resolvamos ser crucificados con El, y que la gracia haga un hecho de la resolución. C. H. S.
Versículo 9. Porque me devora el celo de tu casa.
El celo por Dios es tan poco entendido por los hombres del mundo que siempre atrae oposición sobre los que son inspirados por él; siempre están seguros de ser acusados de motivaciones siniestras, o de hipocresía, o de estar fuera de los sentidos. Cuando el celo nos devora, los impíos procuran devorarnos también; y éste es de modo preeminente el caso de nuestro Señor, porque su santo celo era preeminente. C. H. S.
¡Qué diligente era Calvino en la viña del Señor! Cuando sus amigos querían persuadirle de que, por causa de la salud, aflojara un poco en su trabajo, contestó: «¿Quisierais que el Señor me encontrara ocioso cuando venga?» Lutero pasaba tres horas al día orando. Se dice que el santo Bradford predicó, leyó y oró, y que esto era toda su vida. «Me gozo en que mi cuerpo esté exhausto en las labores de mi santa vocación», dijo el obispo B. Jewel.
¡Qué enérgicos eran los santos mártires! Llevaban sus cadenas como ornamentos, agarraban los tormentos como coronas, y se abrazaban a las llamas con alegría, como Elías se subió al carro de fuego que fue a buscarle para llevarle al cielo. «Que vengan potros, fuegos, poleas y toda clase de tormentos, con tal de que pueda ganar a Cristo», dijo Ignacio.
Estas almas piadosas «resistían hasta la sangre». ¡Cómo debería estimularnos a celo esto a nosotroS! Trata de imitar estos ejemplos. Thomas Watson
Celo, reproches. Recuerdo a Moulin, que, hablando de los protestantes franceses, dijo: «Cuando los papistas nos causaban daño por leer las Escrituras, ardíamos de celo por leerlas más; pero ahora la persecución ha terminado y nuestras Biblias son como viejos almanaques.»
En los tiempos de la mayor aflicción y persecución por causa de la santidad un cristiano tiene, primero, un gran capitán que le guía y le anima; segundo, una causa justa para impulsarle y enardecerle; tercero, un Dios misericordioso para aliviarle y socorrerle; cuarto, un cielo glorioso para recibirle y premiarle; y, ciertamente, estas cosas no pueden por menos que levantarle y enardecerle bajo la mayor oposición y persecución. Thomas BROOKS
Versículo 10. Lloré afligiendo con ayuno mi alma, y esto se me vuelve en pretexto de insulto.
Nuestro Salvador lloró mucho en secreto por nuestros pecados, y sin duda las aflicciones de su alma en favor nuestro eran frecuentes. Los montes solitarios y el desierto contemplaron sus agonías repetidas, que, si pudiéramos comprenderlas, nos dejarían asombrados. La huella que estos ejercicios dejaron en nuestro Señor, hizo que pareciera tener cincuenta años cuando tenía poco más de treinta; esto, que era su honor, era usado como algo que reprocharle. C. H. S.
Contemplad aquí: la virtud es considerada como vicio; la verdad, blasfemia; la sabiduría, locura. He aquí, el pacificador del mundo es juzgado como un sedicioso; el cumplidor de la ley, como si la quebrantara; nuestro Salvador, como un pecador; nuestro Dios, como un diablo. Sir John Hayward en El Santuario de un alma turbada
Versículo 12. Me zaherían en sus canciones los bebedores.
Los impíos no conocen burla más divertida que aquella en que es vilipendiado el nombre de los santos. El sabor de la calumnia añade regocijo al vino del disoluto. Los santos son siempre materia escogida para la sátira. ¡Qué asombroso pecado el que Aquel a quien adoran los serafines con el rostro velado pueda ser un proverbio de escarnio entre los hombres más perdidos! C. H. S.
El andar santamente pasa a ser motivo de canción para el borracho, como en el caso de David; y la conducta estricta y rigurosa también suele serlo; el mundo no puede tolerar el ardor y brillo de la conducta de algunos santos; hay quienes se sienten tan reprobados por ellas que, como los paganos, maldicen el sol si con su brillo los escalda. John Murcot
«A menos que se burlen y mofen de los siervos de Dios, los necios no saben cómo divertirse»; y entonces el diablo está contento con ellos como compañía. Anthony Tuckney
Versículo 13. Oh Dios, por la abundancia de tu misericordia, por la verdad de tu salvación, escúchame.
Para la miseria no hay atributo mejor que la misericordia, y cuando se multiplican las aflicciones, la multitud de la misericordia es muy apreciada. C. H. S.
Cuanto más pesada la cruz, más sentida la oración;
Las hierbas restregadas son las más fragantes
Si el cielo y el viento siempre fueran favorables,
El marinero no observaría la estrella;
Y los Salmos de David no existirían
Si la pena nunca hubiera oprimido el corazón.
—Traducido del alemán
Versículo 17. Apresúrate, óyeme.
Nuestro Señor era la perfección de la paciencia, y, con todo, dama pidiendo misericordia pronto; y en ello nos concede a nosotros libertad para que hagamos lo mismo, siempre y cuando sea: «Mas hágase tu voluntad, no la mía.»
Versículo 18. Acércate a mi alma.
Todo lo que necesita el que sufre es que Dios se halle cerca; una sonrisa del cielo va a calmar la furia del infierno.
Versículo 19. Delante de Ti están todos mis adversarios.
Todo el vicio y las compañías disolutas están ahora presentes ante tus ojos: Judas y su traición; Herodes y su astucia; Caifás y su consejo vil; Pilato y su vacilación; los judíos, sacerdotes, pueblo, gobernantes, todo, Tú lo ves y lo juzgas.
Versículo 21. Y en mi sed me dieron a beber vinagre.
El trago ofrecido a los criminales fue ofrecido también a nuestro Señor inocente, una poción amarga para nuestro Señor moribundo. Triste agasajo el que hacía la tierra a su Rey y Salvador. ¡Con qué frecuencia nuestros pecados han llenado la copa de hiel de nuestro Redentor! Aunque acusamos a los judíos, no nos excusemos nosotros. C. H. S.
Versículo 22. Las imprecaciones de este versículo y de los siguientes son repelentes sólo si las consideramos como la expresión de un egoísmo maligno.
Si fueron pronunciadas por Dios, no sobresaltan la sensibilidad del lector, ni tampoco si son consideradas como el lenguaje de una persona ideal representando a toda la clase de víctimas justas, y particularmente a Aquel que, aunque oró por sus verdugos en su agonía (Lucas 23:24), antes había aplicado las palabras de este mismo pasaje a los judíos incrédulos (Mateo 23:38), como hizo Pablo más tarde (Romanos 11:9, 10).
La doctrina general de la retribución providencial, lejos de quedar confinada al Antiguo Testamento, es enseñada de modo claro en las muchas parábolas de nuestro Salvador (Mateo 21:41; 22:7; 24:51). Joseph Addison ALEXANDER
Que se convierta su mesa en una trampa. Esto es, como recompensa por su inhumanidad y crueldad hacia mí.
Michaeli muestra de qué modo tan exacto estas combinaciones se cumplieron en la historia del sitio final de Jerusalén por los romanos. Muchos millares de judíos se habían reunido en la ciudad para comer el cordero pascual, cuando Tito, inesperadamente, hizo un ataque sobre ellos. En este sitio perecieron miserablemente la mayor parte de los habitantes de Jerusalén. William Walford
Versículo 23. Sean oscurecidos sus ojos para que no vean.
Los ojos que no yen la hermosura en el Señor Jesús, sino que derraman su ira sobre El, pueden muy bien ser oscurecidos, hasta que la muerte espiritual los lleve a la muerte eterna.
Versículo 24. Derrama sobre ellos tu ira.
¿Qué puede considerarse demasiado severo como castigo para aquellos que rechazan al Dios encarnado y rehúsan obedecer los mandamientos de su misericordia? Merecen ser inundados por la ira, y lo serán; para todos los que se rebelan contra el Salvador, Cristo el Señor, «la ira viene hasta lo sumo» (1ª Tesalonicenses 2:16).
La indignación de Dios no es una bagatela; la ira de un Ser justo, santo, omnipotente e infinito es de ser temida por encima de todas las cosas; una sola gota de ella consume, pero que sea derramada sobre nosotros, tiene que ser espantoso de modo inconcebible. ¡Oh Dios!, ¿quién conoce el poder de tu ira?
Versículo 27. Pon maldad sobre su maldad.
Los infieles añadirán pecado tras pecado y, con ello, castigo tras castigo. Esta es la imprecación o profecía más severa de todas. C. H. S.
El pecado, cuando llega a cierto punto, pasa a ser su propio castigo. Si un glotón está sentado frente a una mesa bien provista, después de un par de horas de haber llenado su estómago estará sufriendo un castigo intolerable. Si un borracho se ve forzado a beber más y más por causa de la compañía de otros que beben más que él, ¡hasta qué punto es una carga para sí mismo y la burla de sus compañeros!
Si un perezoso se ve confinado tres días en su cama, ¡cuán pesada va a resultarle esta cama! Porque una persona ociosa ¡se cansa más de su ociosidad que otra persona de su trabajo! Samuel Annesley en Ejercicios matutinos
Y no entren en tu justicia. Los que prefieren el mal tendrán lo que han elegido. El hombre que desprecia la misericordia divina no se ve forzado a aceptarla. C. H. S.
Versículo 28. Sean borrados del libro de la vida, y no sean inscritos con los justos.
Llegamos a la cuestión de si el tener los nombres escritos en el cielo es una seguridad infalible de la salvación, o si puede ser borrado algún nombre registrado allí. La verdad es que ninguno inscrito en el cielo puede perderse para siempre; sin embargo, algunos objetan a este versículo.
De donde infieren que algunos nombres registrados alguna vez pueden ser borrados; pero esta opinión proyecta dudas sobre Dios mismo. O bien le hace ignorante de las cosas futuras, como si no hubiera previsto el fin del elegido y reprobado, y por tanto hubiera errado al decretar que es salvo alguno que acaba no siéndolo; o bien que su decreto es mudable, excluyendo a aquellos que antes había elegido, a causa de sus pecados ulteriores. De estas dos debilidades le vindica san Pablo: «El fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: El Señor sabe los que son suyos» (2a Timoteo 2:19).
Agustín dice que no debemos entender que Dios escribe primero y luego borra. Porque si Pilato pudo decir: «Lo que he escrito, he escrito», y queda firme, ¿dirá Dios: «Lo que he escrito lo borro, y no permanece firme?»
Sus nombres son escritos, pues, en el sentido de su propia esperanza de tener sus nombres allí, y son borrados cuando queda manifiesto a ellos mismos que sus nombres nunca tuvieron el honor de ser inscritos. Esto lo refuerza el mismo Salmo cuando usa la expresión:
Sean borrados del libro de la vida, y no sean inscritos con los justos. De modo que el ser borrado de este libro es, realmente, el no haber estado inscrito nunca. El ser borrado al final es sólo una declaración de que nunca habían sido inscritos en realidad. Thomas Adams
Versículo 29. Mas en cuanto a mí, afligido y miserable.
Ningún hombre fue nunca más pobre o estuvo más apenado que Jesús de Nazaret, y, con todo, su clamor fue escuchado desde lo profundo, y fue levantado a la mayor gloria.
Tu salvación, oh Dios, me ponga en alto. Oh vosotros, tristes y afligidos, levantad la cabeza, porque como fue con vuestro Señor, así será con vosotros. Sois pisoteados en el cieno de las calles hoy, pero vais a cabalgar en las alturas de la tierra dentro de poco; e incluso ahora sois levantados juntamente y se os hace sentar en los lugares celestiales en Cristo Jesús. C. H. S.
Versículo 31. Y agradará a Jehová más que sacrificio de buey, o becerro con cuernos y pezuñas.
El opus operatum, que tienen en tanta estima nuestros ritualistas, Él Señor no lo tiene en cuenta. Los cuernos y pezuñas no son nada para El, aunque para los ritualistas judíos eran puntos y materias para examen crítico; nuestros rabinos modernos mezclan el agua con el vino con la misma precisión que cuecen sus panes, adornan sus vestiduras y ejecutan las genuflexiones hacia el mismo punto de la brújula. ¡Oh necios y tardos de corazón para percibir todo lo que el Señor ha declarado! C. H. S.