Cristo y Los Escépticos | Bosquejos para Predicas
Lucas 20:20-40
«Una vida tengo en Cristo que vivir,
Y una muerte en Cristo tengo que morir-
¿Y esperar he hasta que la ciencia d
A todas las dudas una respuesta entera?
No, mas mientras que de las dudas el mar
Brame turbulento a mi alrededor,
Cuestionando de la vida, de la muerte y del pecado,
Que yo a Tu redil me acoja,
Oh Cristo, y a tus pies gozoso
Tome tan solo el más humilde asiento»
SHARP
I. La trampa del tributo. ¿Nos es lícito dar tributo a César, o no? Fue
1. ASTUTAMENTE DISPUESTA. Toda la astucia de la hipocresía y de la maldad se dedicó a sorprenderle en sus palabras. Otros hombres son fácilmente atrapados de esta forma. Estos engañadores se fingieron justos para poder llevar a cabo más facilimente su diabólico propósito. Observemos sus acarameladas palabras: «Maestro, sabemos que dices y enseñas rectamente, que enseñas el camino de Dios con verdad» (v. 21).
La verdad estaba en los labios de ellos, pero la hipocresía anidaba en sus corazones. Así como no se podía poner miel en las ofrendas, de la misma manera ninguna lisonja podía mover a Aquel que es la Verdad y la Vida.
Ellos esperaban un «sí» o un «no» a su apremiante pregunta. Si les respondía «sí», entonces levantarían al pueblo en contra de Él. Si la respuesta era «No», entonces lo denunciarían inmediatamente a las autoridades romanas. Pero fue
2. RÁPIDAMENTE DETECTADA. Pero Él se dio cuenta de la sutileza de ellos, y les dijo: «¿Por qué me tentáis?» No hay ninguna máscara lo suficientemente gruesa que pueda ocultar nuestros motivos de su mirada que todo lo escudriña. Horrenda cosa es caer como hipócritas en manos del Dios vivo. «Mostradme una moneda», dijo el empobrecido Salvador, y al darle la vuelta en sus dedos hizo que aquella «imagen e inscripción » llevaran a la nada la sabiduría de ellos y humillaran su soberbia.
Aprendamos cuán poderosas se vuelven las cosas pequeñas en sus manos. Solo una moneda, pero empleada por Cristo se transforma en un testigo de Aquel a quien no puede contradecir toda la sabiduría de los hombres. A veces decimos: «Te doy un peso a cambio de lo que estás pensando», pero consideremos seriamente el pensamiento conectado con esta moneda.
«Dad al hombre lo que es del hombre», y «¡a Dios las que son de Dios!» Si sois de Cristo, no sois vuestros. Habéis sido comprados por precio, y en tal caso dad a Dios las cosas que son de Él. Luego vino
II. La trampa de la resurrección (vv. 27-40). Fue
1. PUESTA POR LOS SADUCEOS. Esta secta niega que pueda haber resurrección alguna, porque para ellos es contraria a la razón. Estos saduceos eran los precursores de nuestros modernos racionalistas, que quisieran limitar las obras de Dios al entendimiento de mortales cegados por el pecado.
Al referirse a esta mujer que había estado casada siete veces, presentaban su alegato bajo la luz más favorable, pero su luz era solo la negrura de las tinieblas de la ignorancia.
2. ROTA POR CRISTO. La verdad de Dios siempre escapará (cual ave) del lazo del cazador. En el mundo venidero los hijos de Dios son como los ángeles: no necesitan del matrimonio para aumentar su felicidad y placer; nunca heredan las posesiones unos de otros allí, porque «tampoco pueden ya morir». Y con respecto a la certidumbre de la resurrección, es tan cierta como que el Señor es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.
Están viviendo ahora, porque Jehová no es Dios de muertos, sino de vivos. Aquel que es nuestra vida más allá de la tumba puede fácilmente levantar nuestros cuerpos de la tumba y tornar lo corruptible en incorrupción, y esto mortal en inmortalidad.
«Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo» (1 Co. 15:57). Tened fe en Dios.