El Ancla Segura y Firme. Bosquejos Bíblicos para Predicar Hebreos 6:19-20
«La cual [esperanza] la tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, donde Jesús entró por nosotros» (He. 6:19, 20).
La vida aparte de Jesucristo está llena de incertidumbres, porque está fuera del plan y propósito de Dios. Solamente el cristiano puede decir: «Tenemos una esperanza segura y firme».
II. Qué es esta ancla. Es el mismo Jesús, que ha entrado dentro del velo como nuestra Esperanza. Puede que no sea fácil definir el Amor, la Paz o la Esperanza, pero a Él lo hemos conocido.
II. Cómo fue formada esta ancla. Hay dos elementos en ella, el divino y el humano. Nuestra Ancla es a la vez Dios y Hombre. «Cristo nuestra Esperanza» como Ancla.
Él ha sido sometido a duras pruebas, probado por Dios, por el hombre, por los demonios, y es abundantemente poderoso para soportar cualquier esfuerzo que se le pueda aplicar.
III. Cómo se puede conseguir esta ancla. Todos los que se han refugiado en Él, al aferrarse a Jesús como su esperanza, son hechos partícipes de su poder salvador.
Una necesidad sentida a la vista de la venidera tempestad es todo lo que se demanda. Es demasiado tarde para que busquemos el ancla cuando la nave ha sido partida contra las rocas.
IV. Cómo se debe emplear esta ancla. No debemos dejarla tras nosotros para pedirla cuando aparezca el peligro (Hch. 27:29); tiene que estar de continuo con nosotros.
«He aquí, Yo estoy con vosotros todos los días.» ¡Qué privilegio estar constantemente en contacto con Aquel que es omnipotente para guardar! Cada mirada de fe es un lanzamiento del ancla dentro del velo (véase Col. 3:1).
V. Cómo aguanta esta ancla. Es «segura y firme», asiéndose de lo invisible y eterno. Jesús, en la presencia de Dios por nosotros, hace segura nuestra posición, habiendo entrado por medio de su propia sangre.
Como nuestro representante que es, Él está arraigado en Dios por medio de un pacto eterno. Su ancla se mantiene firme en el día de la adversidad cuando todo a nuestro alrededor se desmorona. Se mantiene en el día de la muerte, cuando baten sus «frías y tenebrosas olas».
Se mantiene en el día del juicio, «cuando los elementos, ardiendo, serán deshechos». Esperanza que poseemos como goce actual. El que está sin Cristo carece de esperanza. «¿Se mantendrá firme, tu ancla»?