EL CAMINO DE LA DESOBEDIENCIA. Bosquejos Biblicos para Predicar Levítico 26:14-45
I. Los males que siguen a la desobediencia. «Si no me oís, ni hacéis todos estos mis mandamientos», habrá:
1 TERROR. «Enviaré sobre vosotros terror» (v. 16). Cuando una Iglesia ha comenzado a apartarse, pronto comenzará a sentir terror acerca de las colectas, las innovaciones, y todo excepto acer- a de la mundanalidad y del pecado. Un alma fuera de comunión con Dios se siente aterrada por las reuniones especiales evangelísticas. La desobediencia trae la cobardía en el servicio de Dios. El temor del hombre pondrá lazo.
2 UNA SEGURA DECADENCIA. «Enviaré sobre vosotros extenuación » (v. 16). Ni los órganos, ni las imágenes, ni los coros profesionales, ni los ventanales pintados, ni los entretenimientos populares, podrán controlar esta dolencia. La herida es más grande que el emplasto, y más profunda que la capacidad de alcance de los falsarios religiosos. La desobediencia como dolencia es un cáncer que llega hasta lo más hondo. La apariencia de salud y de integridad puede ser mantenida durante un tiempo, de la misma manera que se puede pintar el rostro de una persona con anemia perniciosa, mientras que no hay más que debilidad y desorden en el interior.
3 ACTIVIDAD INSANA. Ésta se describe en el versículo 16 como «calentura», sugiriendo la idea de espasmos periódicos de esfuerzos febriles. Estos espasmos pueden a veces asumir la forma de «conciertos mundanos, tardes domingueras para el pueblo, sermones breves, temas populares», etc. Estas actividades en nombre de Cristo se parecen a la excitación sin aliento de los huesos secos en el valle de la visión. Como los movimientos convulsivos de un esqueleto accionado por una batería galvánica.
4 OBRAS INFRUCTÍFERAS. «Sembraréis en vano vuestra semilla » (v. 16). «Vuestra fuerza se consumirá en vano» (v. 20). Puede que haya mucho anhelo, pero en tanto que haya rebelión en el corazón, será solo azotar el aire (1 S. 15:22). Puede que siembres tu semilla como predicador, pero será en vano en tanto que tu vida no esté consagrada al Señor. Solo gastas tu fuerza en vano cuando intentas por medio de tu cultura y elocuencia conseguir fruto para Dios en la conversión de los pecadores, o en la edificación del pueblo del Señor. El fruto depende más en lo que somos que en lo que hacemos.
5 COBARDÍA ABYECTA. «Los que os aborrecen se enseñorearán de vosotros, y huiréis sin que haya quien os persiga» (v. 17). Desobedecer a Dios es caer bajo la tiranía del mundo, de la carne y del diablo. Luego viene la huida delante de un enemigo fantasma, porque hay dentro un corazón malo de incredulidad, una conciencia no limpia.
6 ORACIÓN SIN RESPUESTA. «Haré vuestro cielo como hierro » (v. 19). Un cielo de hierro es inflexible. La oración sin respuesta es una oración no oída. Nuestras oraciones prevalecen en tanto que nosotros y ellas estén bien con Dios (Stg. 5:16). Las oraciones preparadas para los oídos de los hombres en lugar de para el oído de Jehová de los Ejércitos jamás traspasarán un cielo de hierro. Si los cielos se nos muestran como sólidos para nosotros, ello es una evidencia de que nosotros mismos no somos rectos para con Dios.
7. PÉRDIDA DOLOROSA. «Enviaré también contra vosotros bestias fieras que os arrebaten vuestros hijos» (v. 22). Las bestias fuera de la incredulidad, del escepticismo, del menosprecio y la indiferencia han robado ya a la Iglesia desobediente de muchos de sus hijos. Una religión farsante ni salvará ni guardará a la generación que va subiendo. La causa de este fallo no es primariamente la ausencia de interés afuera, sino la carencia de realidad dentro.
8 DIVISIONES INTERNAS. «Tropezarán los unos con los otros» (v. 37). «Devorándoos unos a otros» viene a ser el último paso de esta consunción espiritual. Los asientos vacíos, los miembros que se apartan, los ancianos inquisidores y los predicadores irónicos son consecuencias naturales de una Iglesia desobediente y rebelde.
II. El remedio para toda esta miseria. Se hallará en
1 LA CONFESIÓN (v. 40). No en la mutua inculpación, sino en que cada uno se golpee su pecho (Sal. 32:5).
2 LA HUMILLACIÓN (v. 41). Si hay una verdadera conciencia de pecado, habrá un verdadero desgarro del corazón.
3 LA FE (vv. 42-45). Una confianza sin vacilar en su Palabra cierta de promesa. Cuando se confiesa el pecado, y se asume el lugar de la humildad, manteniéndose la actitud de fe, entonces se exhibirá el gran poder de la gracia divina, se desvanecerán las maldiciones esterilizadoras de la vida desobediente, y aparecerán rápidamente los dichosos frutos de la obediencia.