I. La revelación. Es una revelación del carácter de Jehová como Salvador. En el versículo 2 se emplean ocho términos sugestivos de otros tantos aspectos de su gracia salvadora.
1. Para REFUGIO, Él es mi roca. La inmutable Roca de la Eternidad.
2. Para PROTECCIÓN, Él es mi fortaleza. «Torreón fuerte es el nombre de Jehová; a Él se acogerá el justo, y estará a salvo.» «El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen» (Sal. 34:7).
3. De la OPRESIÓN, Él es mi libertador. «Líbranos del mal; porque tuyo es el reino, el poder y la gloria» (Mt. 6:13).
4. Para la ADORACIÓN, Él es mi Dios. Escrito está: «A Él sólo adorarás».
5. Para la DEBILIDAD, Él es mi fortaleza. Los que esperan en Jehová renovarán sus fuerzas. «Mi poder se perfecciona en la debilidad».
6. Para DEFENSA, Él es mi escudo. Revestíos de toda la armadura de Dios, y encima de todo ello cubríos con el escudo de la fe.
7. Para PODER, Él es mi cuerno. «Toda autoridad me ha sido dada... Por tanto, id.»
8. Para visión, Él es mi alto refugio. Los sentados en lugares celestiales tienen una perspectiva deliciosa. Desde su alto refugio pueden ver la tierra «más bella que el día».
II. Las obligaciones. Unos privilegios tan maravillosos de la gracia comportan asimismo unas responsabilidades de gracia. ¿Y cuáles son?
1. AMARLE. «Te amo, oh Jehová» (v. 1). El primer y mayor mandamiento era: «Amarás a Jehová tu Dios». Ciertamente que una manifestación así de su amor debería constreñirnos. Que sea también una expresión de la voluntad (1 Co. 13:13).
2. CONFIAR EN ÉL. «En Él confiaré» (v. 2). Dios lo ha hecho todo por nosotros, y está dispuesto a hacerlo todo, pero cuando no hay confianza del corazón, la puerta del alma se cierra contra Él.
3. ALABARLE. «Jehová... es digno de ser alabado» (v. 3). Aquellos
que «invocan a Jehová» son los que más le alabarán. Él es digno. Piensa en todo lo que Él ha hecho, y en su longánime misericordia. «Digno es el Cordero de recibir gloria y honra.»

