EL MINISTERIO DE PABLO EN ROMA. Bosquejos Biblicos para Predicar Hechos 28:11-31
La entrada de Pablo en Roma, aunque desconocido y no advertido por la multitud, fue un mayor acontecimiento que la llegada de un ejército entero o que la arribada de toda una flota de navíos de guerra. Él era como un grano de trigo echado en la tierra para morir, pero destinado a llevar un fruto que sería bendición a todas las naciones de la tierra. Las posibilidades de una sola vida totalmente presentada a Dios, y poseída por su Santo Espíritu, son, para nosotros, incalculables. La vida y el testimonio de Pablo han sido dados como ejemplo para los que habían de creer después (Fil. 3:17).
I. La alegre salutación. Cuando Pablo vio a los hermanos que habían acudido a recibirle, «dio gracias a Dios, y cobró ánimo» (v. 15). El Foro de Apio se encuentra a unos 43 km de Roma, pero algunos de los hermanos más débiles solo pudieron llegar a la población de «Tres Tabernas», a una distancia de unos 27 km. El ministerio angélico de alentar los corazones de los sufridos y probados siervos de Dios está totalmente al alcance de todos los hermanos que quieran sacrificarse un poco por causa de ellos. No esperes hasta que ellos vengan buscando tu simpatía: ve a encontrarlos. Hay un maravilloso aliento y consolación en la fe y en el amor mutuos (Ro. 1:12).
II. La conferencia preliminar. Después de tres días, Pablo, a quien se había permitido «vivir aparte… convocó a los principales de los judíos», etc. (vv. 16-22). Aunque había sufrido tanto de manos de sus hermanos judíos, sin embargo el deseo y oración de su corazón al Dios de Israel era que fueran salvos (Ro. 10:1). Les cuenta sus sufrimientos en Jerusalén, y la razón por la que estaba «sujeto con esta cadena». Ellos habían oído de esta secta que «en todas partes se la contradice», y estaban deseosos de oír de su propia boca lo que él tenía que decir respecto a ella. Nadie en la tierra podría contarles mejor la historia del Evangelio de la Salvación.
III. La historia contada. En el día dispuesto con este especial motivo «vinieron a él muchos adonde se hospedaba», etc. (v. 23). ¿Ha habido jamás una reunión como esta en una «hospedería». Una cárcel transformada en iglesia, el preso el predicador; los temas: «El Reino de Dios, y acerca de Jesús». Los argumentos eran sacados de la ley de Moisés y de los profetas, y el sermón duró «desde la mañana hasta la tarde». Observemos otra vez que Pablo, desde el momento de su conversión, nada sabía entre los hombres más que a Jesús, y a Éste crucificado. ¿Por qué ha de ser diferente hoy entre los predicadores?
IV. Los diferentes resultados. «Algunos eran persuadidos… pero otros no creían» (v. 24). Sí, gracias a Dios, «algunos» creyeron. Allí donde Cristo es fielmente predicado, algunos creerán y serán salvos, mientras que otros preferirán, en incredulidad, permanecer como vasos de ira, en lugar de ser transformados en vasos de misericordia. El mensaje de la cruz es locura para los que se pierden. No importa cuán claramente sea predicada la Palabra de la salvación, no será para provecho a no ser que vaya mezclada con fe en los que oyen (He. 4:2). Por gracia sois salvos por medio de la fe.
V. El mensaje final. Son solemnes y decisivas las palabras que se registran en los versículos 25-29. Contienen las últimas palabras de advertencia y reprensión de Pablo a sus hermanos según la carne. Ellos tenían ojos y oídos, pero no llegaron a emplearlos de manera apropiada, porque el corazón de ellos se había vuelto torpe y sensual por el orgullo y la pretensión de justicia propia (v. 27). No hay peor ciego que el que no quiere ver. Los que se «complacen en la injusticia» no creerán la verdad, sino que creerán bien dispuestos una mentira para su propia condenación (2 Ts. 2:11-12).
VI. El ministerio de dos años. Durante dos años en su propia casa de alquiler, y con un soldado que lo guardaba, Pablo mantuvo su casa abierta a los indagadores «acerca del Señor Jesucristo». Predicó con toda confianza, «sin obstáculo alguno». Aquí fueron escritas varias de las más ricas epístolas de Pablo. Solo la eternidad revelará cuánto la iglesia de Dios debe al encarcelamiento de Pablo. Fue de la cárcel de Bedford que salió El Progreso del Peregrino de Bunyan. Es a menudo de las profundidades de nuestras más hondas pruebas que brotan nuestros más ricos frutos.