La Roca Era Cristo. Bosquejos Bíblicos para Predicar 1 Corintios 10:4
La peña en Horeb era un tipo de Cristo, y el apóstol la llama «aquella roca espiritual». De aquella Roca espiritual podemos aprender algunas profundas lecciones espirituales.
I. Aquella roca estaba en un lugar seco y estéril. Horeb significa seco o vacío. Estaba en el desierto, un lugar estéril, y por sí mismo una ayuda aparentemente inútil. Cristo estaba en el mundo, pero el mundo no le conoció. «No hay apariencia en Él, ni hermosura como para que le miremos, ni atractivo como para que nos deleitemos en Él» (Is. 53:2). «¿De Nazaret puede salir algo bueno?» (Jn. 1:46).
II. Aquella roca era nativa del desierto. Era una de tantas, sin ninguna característica aparentemente destacada. Jesús era tan parecido a sus semejantes que cuando estaba entre la multitud, tenían que preguntar, «¿quién es?» Nació de mujer, y fue hecho «en semejanza de carne de pecado» (Ro. 8:3).
III. Aquella roca fue escogida por Dios. El Señor indicó a Moisés cuál era la peña a la que debía dirigirse. La roca que debía ser golpeada fue designada por Dios. Jesucristo es el escogido de Dios. «Éste es mi Hijo amado, … a Él oíd» (Mt. 17:5).
IV. Aquella roca estaba poseída por Dios. «He aquí que Yo estaré… sobre la peña» (Éx. 17:6). Aquí estaba el secreto de sus riquezas y su capacidad de suplir a las necesidades de los sedientos israelitas. Dios estaba en Cristo. «Hasta ahora mi Padre trabaja, y Yo también trabajo » (Jn. 5:17).
V. Aquella roca estaba llena de bendición invisible. Un lugar de lo más improbable. ¿Acaso de una peña puede venir algo de bueno? Pero en la infinita misericordia y plenitud de Dios había en ella profundidades insondables de bendición. ¡Cuán semejante al Hijo de Dios. En Él mora toda la plenitud (Jn. 1:14). Él dice: «Si alguno tiene sed, venga a Mí» (Jn. 7:37).
VI. Aquella roca fue golpeada. «Golpearás la peña.» Esto nos recuerda de unas palabras similares: «Hiere al pastor» (Zac. 13:7). La roca fue golpeada con una vara. La vara del juicio cayó sobre Cristo. Fue golpeado no por causa de Él mismo, sino para la salvación del pueblo, pecador y murmurador. Él sufrió por nosotros, el Justo por los injustos.
VII. Aquella roca dio sus tesoros tras ser golpeada. Incluso el que la había golpeado podía beber de su misericordia. El golpe dado a Jesús con la lanza abrió la fuente para limpiar el pecado y la inmundicia. Incluso los que golpearon podían beber de la corriente de salvación. «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc. 23:34). Su muerte fue la muerte de nuestros pecados y la vida de nuestras almas.
VIII. La roca que los seguía. «Y todos bebieron… de la roca espiritual que los seguía.» De cierto que no padecerán más sed aquellos que tienen tal fuente que los acompaña día a día en sus peregrinaciones por el desierto. «El agua que Yo le daré se convertirá para Él en una fuente de agua» (Jn. 4:14). La presencia de Jesús con nosotros es como un manantial brotando en el corazón. «He aquí que Yo estoy con vosotros todos los días» (Mt. 28:20). Esta Roca espiritual sigue siguiéndonos. Bebed de ella todos.