Las oraciones del Salmo precedente parecen hallar su cumplimiento en los primeros nueve versículos de este Salmo. El uno parece ser el perfecto complemento del otro, cuando se comparan versículo por versículo. «En tu salvación», dice él, «¡como se goza!» (v. 1). Observemos entonces:
I. Los goces de los salvos. En este estado de bienaventuranza hay el gozo de:
1. LA SATISFACCIÓN DEL CORAZÓN. «Le has concedido el deseo de su corazón» (v. 2). La gran salvación de Dios es para el corazón. Solo Él conoce plenamente su naturaleza y necesidad.
2. LA RESPUESTA A LA ORACIÓN. «No le negaste la petición de sus labios.» ¡Qué privilegio, pedir y recibir de Aquel que es el Creador del universo, y el Padre de nuestros Espíritus!
3. LA BONDAD PROVIDENCIAL. «Porque le has salido al encuentro con bendiciones venturosas» (v. 3). El Dios de bondad le va al encuentro con su bendición, y la bondad y la misericordia le siguen (Sal. 23).
4. LA CORONA DE HONRA. «Corona de oro fino has puesto sobre su cabeza.» Toda la gloria de este mundo no se puede comparar con el oro puro del favor divino (Mt. 4:8).
5. LA VIDA ETERNA. «Vida te demandó, y se la diste. Largo curso de días eternamente y para siempre» (v. 4). «El don de Dios es vida eterna». Su don, como Él mismo, pertenece a las edades eternas.
6. LA COMUNIÓN DIVINA. «Lo llenaste de alegría con tu presencia » (v. 6). Ésta es la presencia que trae plenitud de gozo (Sal. 16:11). La presencia del Dios de paz es la visión más feliz que el hombre pueda jamás tener. Nuestra comunión es con el Padre, etc.
7. UNA PERFECTA CERTIDUMBRE. «Con la gracia del Altísimo, no ha de vacilar» (v. 7). Él sabe a quién ha creído, y está persuadido de que Él guardará.
8. CÁNTICOS DE ALABANZA. «Cantaremos y alabaremos tu poder» (v. 13). Su poder salvador y satisfaciente es digno de nuestro cántico más ferviente, porque será nuestro cántico más largo; como Dios de nuestra salvación, le alabaremos para siempre.
II. Cómo se recibe esta salvación.
1. PIDIÉNDOLA. «Vida te demandó, y se la diste» (v. 4). «Si conocieras el don de Dios, ... tú le pedirías» (Jn. 4:10). «Pedid, y recibiréis».
2. CONFIANDO. «El rey confía en Jehová» (v. 7). Sin fe es imposible agradar a Dios (cf. Jn. 3:36).
III. Las miserias de los perdidos. Ellos:
1. SERÁN ATRAPADOS. «Alcanzará tu mano a todos tus enemigos » (v. 8). Aquellos que rechazan su Palabra de misericordia serán atrapados por la mano de la justicia.
2. SERÁN DURAMENTE TRATADOS. «Los pondrás como horno de fuego en el día de tu ira» (v. 9). El amor despreciado y rechazado desembocará en furia e indignación. La «ira del Cordero» es lo que espera a los que pisotean la «sangre del Cordero».
3. QUEDARÁN MISERABLEMENTE FRUSTRADOS. «Si intentan el mal contra ti, y fraguan maquinaciones, no prevalecerán» (v. 11). En diferentes maneras, los hombres siguen tratando de asegurar el sepulcro de Cristo, pero todas estas maquinaciones tienen como resultado un miserable fracaso. No importa cuán a menudo los hombres, por sus caminos y obras de maldad, crucifiquen y sepulten a Cristo, Dios le resucitará de entre los muertos. Ninguna sabiduría ni consejo alguno contra el Señor podrá jamás prevalecer (Pr. 21:30). «La paga del pecado es muerte» (Ro. 6:23).

