LOS NIÑOS PARA CRISTO. Bosquejos Bíblicos para Predicar Marcos 10:13-16
No se nos dice quién trajo los niños a Jesús, pero lo más probable es que fueran las madres. Benditas aquellas madres que han creído en Jesús de tal manera que traen a sus hijos a Él. En Bélgica se enseña a los niños a acudir a los sacerdotes a pedirles que les hagan encima la señal de la Cruz.
¿Estamos anhelantes de que la señal de la Cruz sea imprimida sobre la vida de nuestros descendientes? Si es así, traigámoslos a Jesús. La influencia de la madre es la de mayor peso sobre la vida de los hijos.
Fue la paciente y gentil influencia de MÓNICA la que transformó a su dotado hijo Agustín de libertino a santo. George Washington confesó que debía su carácter a la influencia de su madre. Un INCRÉDULO MORIBUNDO oró: «Dios de mi madre, ten misericordia de mí». Se puede sentir lástima de los niños cuyas madres no oran. Jesús ama a los niños, y oirá bien dispuesto el clamor de una madre en favor de ellos.
I. Los niños precisan del toque de Jesús. «Le traían niños para que los tocase» (v. 13). Nadie es tan inocente que no necesite el toque de su poder expiatorio. Solo su sangre redentora es la base de aceptación ante Dios. No hay «otro nombre».
II. Los niños son bienvenidos a los brazos de Jesús. «Dejad que los niños vengan a Mí» (v. 14). El Maravilloso, el Consejero, el Poderoso Dios, es el Salvador de los niños. La debilidad se encuentra en los brazos de la Omnipotencia. Padres, dejad que vuestros niños acudan a Jesús mediante vuestros preceptos y ejemplo. ¡Qué terrible ser piedra de tropiezo!
III. Los niños debieran ser traídos a Jesús. «Le traían niños» (v. 13). Esto podemos hacerlo por la oración y la dedicación. Reivindicando la promesa, «para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos» (Hch. 2:39). Los padres cristianos no deberían reposar en la creencia general de que todos los niños son salvos por medio de la gracia de Dios en Cristo, sino que deben traerlos de manera definida a Cristo, y tener la certeza, por la fe, de que Él los bendice.
IV. Los niños no debieran ser obstaculizados por los discípulos. «Pero los discípulos los reprendían» (v. 13). El Señor sigue teniendo muchos discípulos solterones que obstaculizan a los pequeños con su cruel indiferencia a las necesidades espirituales de ellos.
Los que cierran el paso a los niños no conocen el amor de Jesús, y en sus corazones están fuera de sintonía con El en su gran gracia salvadora. Los niños son frecuentemente estorbados por caras largas y agrias y por frases bombásticas acerca del Evangelio de Cristo. No los reprendas con tu vida infiel a Cristo. ¡Que el amor de Cristo los pueda constreñir a través de nosotros!
V. Los niños son súbditos apropiados del Reino de Dios. «De los que son como éstos es el reino de Dios» (v. 14). Es sugerente señalar que cuando Jesús entró en casa de Zaqueo, dijo: «Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido» (Lc. 19:10); pero cuando habla acerca de los pequeños, dice: «Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido» (Mt. 18:11). Deja a un lado el verbo buscar, como si los pequeños no estuvieran contados aún entre aquellos que deliberadamente se han extraviado (Mt. 21:16).
VI. Los niños son ejemplos para otros. «Quienquiera que no reciba el reino de Dios como un niño, de ninguna manera entrará en Él» (v. 15). Los niños pequeños reciben el reino de Dios sin una duda o pregunta, con un corazón sencillo y honrado. «De la boca de los pequeños y de los niños de pecho te preparaste perfecta alabanza» (Mt. 21:16).
VII. Los niños son aceptados y bendecidos por Jesús. «Los tomó en sus brazos y los bendecía poniendo las manos sobre ellos» (v. 16). Estas palabras indican una triple bendición: 1 SEGURIDAD. «Los tomó en sus brazos.» 2. COMUNIÓN. «Poniendo las manos sobre ellos.» 3. SUFICIENCIA. «Los bendecía.» Su bendición no es una forma vacía, sino la transmisión de gracia suficiente para su necesidad. «La bendición de Jehová es la que enriquece» (Pr. 10:22). ¿Quién no quisiera ser un niño para ser admitido a tal herencia? «Sed niños en la malicia» (1 Co. 14:20).