Un Bendito Temor
«Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó» (Mal. 3:16, 17).
I. Tres cosas acerca del pueblo del Señor. Su:
1. Reverencia. «Temen al Señor». No es el temor abyecto de un esclavo, sino la reverencia de un hijo obediente. El temor de los santos adoradores.
2. Atención. «Pensaron en su Nombre». Su nombre denota su carácter, y es por ello precioso, algo acerca de lo que bien vale la pena reflexionar. «Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy Yo». Los que piensan en su nombre serán hallados hablando de Él con amor (Lc. 24:15).
3. Testimonio. «Hablaron cada uno a su compañero». Los que aman al Señor, se aman unos a otros, y sienten su parentesco en Él. «Venid, oíd todos los que teméis a Dios, y contaré lo que ha hecho a mi alma» (Sal. 66:16).
II. Tres cosas acerca del Señor. Su:
1. Interés. «Jehová escuchó y oyó». El que formó el oído, ¿no oirá? Él escucha como inclinándose para captar cada murmullo de lo que se dice de Él. Él está interesado por causa nuestra. «Si el Señor no estuviera conmigo», dijo un predicador, «hablaré bien de Él a sus espaldas».
2. Solicitud. «Fue escrito un libro de recuerdo delante de él». Los nombres de todos los colaboradores están escritos en el Libro de la Vida (Fil. 4:3). Cada palabra queda anotada, porque por nuestras palabras seremos justificados o condenados (Mt. 12:36, 37). Que la palabra de Cristo more ricamente en vosotros; entonces hablaréis y cantaréis con gracia en vuestros corazones al Señor (Col. 3:16).
3. Fidelidad. «Serán míos, … mi propiedad personal». «Esta es la voluntad del Padre: Que de todo lo que me ha dado, no pierda Yo nada» (Jn. 6:39). Esta seguridad vuelve a darse en su gran oración en Jn. 17: «Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde Yo estoy, también ellos estén conmigo». El Señor conoce a los que son suyos. Ellos, dice Él, serán míos; míos para salvarlos, guardarlos, alimentarlos, enseñarles, conducirlos, y glorificarlos.