Jesucristo no Solo es un Gran Hombre
Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? Porque, ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? Mateo 9.4–5
Cuando Jesús le dijo al paralítico tus pecados te son perdonados (Mateo 9.1–8), Él se había puesto deliberadamente a sí mismo en el centro de un escenario que obligaría a todos los observadores a dar un veredicto sobre Él.
Eso es cierto no solo de las personas que fueron testigos presenciales en Capernaum aquel día, sino también de quienes simplemente lean este relato en la Escritura. Y la elección es clara.
Hay solo dos posibles conclusiones a que podemos llegar con respecto a Cristo
Hay solo dos posibles conclusiones a que podemos llegar con respecto a Cristo: Él es Dios encarnado, o es un blasfemo y un fraude. No hay terreno neutral, y esa es precisamente la situación a la cual Jesús apuntaba.
Hay muchas personas en la actualidad que quieren tratar con condescendencia a Jesús diciendo que Él era una buena persona, un destacado líder religioso, un importante profeta, un profundo ético, un modelo de integridad, bondad y decencia: un gran hombre, pero solo un mero hombre y no Dios encarnado. Pero este episodio en su ministerio público es suficiente para borrar esa opción de la lista de posibilidades.
Él, o es Dios o es el blasfemo supremo. Él borró a propósito cualquier alternativa media posible. Jesús no riñó a los fariseos por pensar que solo Dios puede perdonar el pecado. Ellos no estaban equivocados en eso.
Ni tampoco descartó Él su preocupación como un mal entendimiento de cuál era su intención. Eso es lo que habría hecho si Él fuese realmente un buen hombre sin reclamar tener ninguna autoridad especial para perdonar el pecado o justificar a los pecadores.