EL PODER DE LA ORACIÓN
Orando. . . en el Espíritu. . .
¿Cuál es el poder que impulsa nuestra oración? Es el poder del Espíritu Santo que vive en nosotros. El Espíritu Santo, que está dentro de nosotros, determina el carácter y el contenido de nuestra oración. Él es quien dirige, moldea y corrige las oraciones de los creyentes sinceros que se hallan plenamente entregados a hacer la voluntad de Dios.
Necesitamos que el Espíritu Santo participe en nuestras oraciones porque somos seres caídos. Nuestra naturaleza pecaminosa actúa como una cortina de niebla que oscurece nuestra conciencia de la presencia de Dios.
En nuestro estado presente, las cosas de Dios no son totalmente claras para nosotros. Pablo lo presenta de la siguiente manera: «Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo [. . .] Ahora conozco de manera imperfecta» (1 Corintios 13.12). Hasta nuestros esfuerzos mejores y más sinceros en cuanto a la oración se pueden desviar sin que lo notemos de lo que constituye la voluntad de Dios para nosotros.
Si así son las cosas, ¿cómo puedes saber qué pedir dentro de la voluntad de Dios? El Espíritu Santo que escribió la Palabra de Dios es el mismo Espíritu que vive en tu corazón. Él conoce ese corazón tuyo, y conoce también el corazón del Padre, porque es uno con el Padre. A causa de esto, sabe cuál es tu intención cuando oras.
De manera que Él toma tus torpes oraciones y les da una forma nueva para que revelen las necesidades más profundas que se hallan debajo de la superficie de tus palabras.
La hija de un amigo mío tocaba el oboe en la orquesta de principiantes del sexto grado, y él estaba esperando ansioso su primer concierto. Su vecino, que también tenía una hija en la orquesta, le preguntó: «¿Cómo lo puedes soportar? ¿Todas esas notas perdidas, esos chirridos de los violines y toda esa desafinación?».
Mi amigo le contestó: «¡Bueno, supongo que sea que yo solo oigo lo que ellos tienen la intención de tocar!». Cuando tú oras, el Espíritu Santo que habita dentro de ti sabe lo que tú tienes la intención de decir.
«Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios». (Romanos 8.26, 27)
Watchman Nee explica de esta manera el poder de la oración: «Nuestras oraciones establecen la vía por la cual puede venir el poder de Dios. Como una poderosa locomotora, su poder es irresistible, pero no puede llegar a nosotros sin los raíles».7
Cuando Pedro escapó de la prisión después que la iglesia oró, tal como se nos dice en Hechos 12, alguien observó: «El ángel fue a buscar a Pedro y lo sacó de la prisión, pero fue la oración la que fue a buscar al ángel». La oración marca una diferencia, porque tiene un poder real.
Mientras Jason Meyer estaba en la escuela postgraduada trabajando en su doctorado, también trabajaba en el turno de noche en la UPS para pagar sus deudas. Con tantas cosas como tenía entre manos, nunca dormía lo suficiente.
Una madrugada, mientras iba a su casa en auto a las 4:30 A. M. después de trabajar el turno de noche, le estaba costando trabajo mantenerse despierto. Puso la radio a todo volumen, trató de cantar con ella, se abofeteó por todas partes. . . todo lo que pudo hacer para mantenerse despierto. De repente, descubrió que se había despertado en el estacionamiento de su casa. ¡No tenía recuerdo alguno de haber conducido el auto hasta su casa!
Dentro, esperaba hallar dormida a su esposa, pero ella estaba sentada en la cama, esperando por él. En lugar de su acostumbrado «¿Qué tal el trabajo?», le preguntó qué tal había conducido hasta allí. Él le contestó que había tenido que luchar para mantenerse despierto, y que no podía recordar gran parte del camino a casa. Entonces ella le dijo: «Eso es lo que yo pensaba. . .».
Aquella misma mañana, algo antes, exactamente a las 4:30 A. M., ella se había despertado de repente, con la intensa sensación de que necesitaba orar por su esposo. De manera que comenzó a orar. Jason Meyer está convencido de que el Espíritu de Dios despertó a su esposa específicamente para que la oración de ella lo devolviera seguro a su hogar.