Un Día a la Vez
Hay gente que se preocupa todo el día, que no puede vivir como reza el título de este mensaje: "Un día a la vez". Basta con vivir el día con su afán. Lo único que tienes es el día de hoy. Tú no tienes el mañana.
No puedes celebrar los logros de mañana ni llorar los fracasos del mañana. No puedes vivir llorando los fracasos del pasado ni celebrando los logros del pasado. Lo único que tienes bajo tu jurisdicción es el presente.
Sin embargo, nosotros nos preocupamos pensando en el futuro. Hay personas que se viven preocupando, primero por los suyos y luego se preocupan por problemas ajenos. Buscan preocupaciones en el vecino, en los familiares, en Facebook.
Nos preocupamos por lo que hace nuestra cuñada años atrás en la frontera. Nos preocupamos por problemas que no son nuestra responsabilidad. No todo lo que te preocupa es tu responsabilidad.
Descubriremos la importancia de vivir el presente y liberarnos de las preocupaciones que no son nuestra responsabilidad.
Tu responsabilidad es aquello que podrías cambiar, aquello en lo que podrías hacer pequeños o grandes cambios para revertir. Pero preocuparte por lo que hace tu compadre en Sinaloa no te cambia. No te compete. Como dice el proverbio 26:17, "Metidas en problemas ajenos es como agarrar un perro por las orejas".
Entonces, ¿qué hacer con lo que te preocupa? Hay momentos en los que Dios dice: "A partir de ahora, yo me ocupo. Déjame a mí. No te preocupes". Tú debes tener las preocupaciones del día, las que competen a las 24 horas o a las horas en las que estás despierto.
Lee o escucha lo que dice Filipenses 4:4: "Alégrense siempre en el Señor". Insisto, alégrate siempre. Tu amabilidad debe ser evidente ante todos. Dios te exige que sonrías y que tu amabilidad sea tu carta de presentación. Es una orden para el centro de tus emociones. No importa si te fue bien o mal el día, si alguien falleció, alégrate. Es una orden, alégrate siempre en el Señor.
"No te inquietes por nada". Esto va para aquellos que tienen hormigas en el cuerpo. No te inquietes, tranquilo. No te preocupes por cosas que no puedes cambiar. Presenta en toda ocasión lo que te inquieta a Dios, con oración, ruego y agradecimiento.
Dale gracias anticipadamente, porque Dios cumplirá tus peticiones. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, vendrá sobre ti. Es una paz que no se consigue humanamente, es la paz que puedes tener incluso en medio de una tormenta.
Cuida tu corazón y tus pensamientos en Cristo Jesús. No hay mejor consejo que este. No te inquietes por nada, presenta tus peticiones a Dios. No inviertas tu tiempo y emociones en cosas que no son tu responsabilidad. Hagamos un chequeo espiritual, un diagnóstico de mantenimiento.
Si solo tuvieras un mes de vida, ¿las cosas que te preocupan ahora realmente te preocuparían? Replantéate tus prioridades. Cambia la forma en la que vives tu vida, como si supieras que solo te quedan 30 días.