Título: «Cántico gradual». No me es posible ver que este Salmo esté un paso más allá del anterior; y, con todo, es claramente el canto de un individuo anciano y muy probado, que mira hacia atrás a una vida de aflicción en la cual ha sufrido constantemente, incluso desde su juventud. En cuanto la paciencia es una gracia más elevada, o por lo menos más difícil, que el amor conyugal, el ascenso o progreso quizá pueda verse en esta dirección.
Llamamos a este Salmo De profundis: «desde lo profundo», que son sus primeras palabras. Desde estas profundidades clamo, gimo, velo, espero. En este Salmo oímos acerca de la perla de la rendición (vers. 7 y 8); quizás el dulce cantor no habría hallado esta joya si no hubiera sido lanzado a lo profundo. «Las perlas se hallan muy hondo». C. H. S.
Título: «Cántico gradual; de David». Está escrito por David y es sobre David; él es el autor y el tema, y muchos incidentes de su vida se pueden emplear para ilustrarlo. Comparando los Salmos a joyas, podríamos decir que es una perla; ¡con qué hermosura adorna el cuello de la paciencia! Es uno de los Salmos más cortos, pero uno de los que se tarda más en aprender. Habla de un niño, pero contiene la experiencia de un hombre en Cristo.
Título: «Cántico gradual». Un cántico gozoso verdaderamente; que todos los peregrinos a la Nueva Jerusalén lo canten con frecuencia. Los grados o ascensos son muy visibles; el tema asciende paso a paso desde los «desvelos» a la «corona», de «recuerda a David» a «hará retoñar el poder de David».
Título: «Cántico gradual; de David». No vemos razón para privar a David de la paternidad de este canto. Conocía por experiencia la amargura ocasionada por las divisiones en las familias, y estaba preparado para celebrar en Salmos selectos la bendición de la unidad por la que suspira. C. H. S.
Título: «Cántico gradual». Hemos alcanzado el último de los Salmos graduales. Los peregrinos regresan a sus casas y están cantando el último Salmo de su Salterio. Parten temprano por la mañana, antes que haya comenzado el día plenamente, porque la jornada será larga para muchos de ellos.
Este Salmo está compuesto de muchos fragmentos seleccionados, y contiene la continuidad y frescor de un poema original. El Espíritu Santo a veces se repite; no porque le falten pensamientos o palabras, sino porque es conveniente que nosotros oigamos la misma cosa en la misma forma. Con todo, cuando nuestro gran Maestro usa repetición es, en general, con variantes instructivas que merecen nuestra cuidadosa atención. C. H. S.
No sabemos quién escribió este Salmo, pero sabemos que era cantado en el Templo de Salomón (2º Crónicas 7:3-6), y que los ejércitos de Josafat lo cantaron en su victoria en el desierto de Tecoa. C. H. S.
Esta oda quejumbrosa es una de las composiciones más encantadoras de todo el libro de los Salmos, por su poder poético. Si no fuera inspirada, ocuparía un lugar muy elevado en poesía, especialmente la primera parte de la misma, que es tierna y patriótica en alto grado.
Este Salmo está colocado en el lugar apropiado. Fuera quien fuera quien editó y ordenó estos poemas sagrados, tenía buena vista para notar la oposición y el contraste; porque si en el Salmo 137 vemos la necesidad de silencio ante los provocadores y burladores, aquí vemos la excelencia de una confesión valerosa.
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