Discipulado. Bosquejos Bíblicos para Predicar Mateo 11:28
Cuando los fariseos injuriaron al ciego cuyos ojos el Señor había abierto, diciendo: Tú eres discípulo de ése; pero nosotros somos discípulos de Moisés, significaban que Él había estado con Jesús y aprendido de Él. Un discípulo es uno que se ha entregado a otro para ser enseñado, y para seguir el ejemplo del maestro. El discipulado tiene una gran importancia en los Evangelios.
I. Sus privilegios. El más gran honor del discípulo es tener comunión con el mismo Maestro. El mayor don del maestro es revelarse a si mismo. Éste fue el método de Cristo después de su resurrección. Y es su método ahora, por medio del Espíritu Santo. «Les mostró las manos y el costado» (Jn. 20:20). Entonces se alegraron los discípulos.
«Hizo además Jesús muchas señales en presencia de sus discípulos» (v. 30). De nuevo se manifestó a sus discípulos (Jn. 21:1). «Ésta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos» (v. 14). ¡Qué maestro lleno de gracia! Aprended de Mí (Mt. 11:28).
II. Sus condiciones. El camino puede parecer estrecho, pero conduce a una vida abundante.
1. DEBE HABER ABORRECIMIENTO. Si alguno viene a Mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo (Lc. 14:26). No hay amargura en este aborrecimiento. El padre, la madre, etc., deben tomar el lugar, en relación con Cristo, de nuestro aborrecimiento de nosotros mismos.
2. DEBE SOBRELLEVARSE LA CRUZ. «Y el que no lleva su cruz y viene en pos de Mí, no pude ser mi discípulo» (Lc. 14:27). Síguele, con tu cruz y todo. Un discípulo sin cruz es indigno de tal Señor (Mt. 10:38; 2 Ti. 3:12). Tu Cruz toma, tuya es, alma mía, pero sujeta al control del Señor; tómala pues, si a un lado la quieres dejar más pesada se hará cuando después la debas tomar.
3. DEBE HABER UN ABANDONO DE TODO. «Cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo» (Lc. 14:33). Como dice Bengel: «Mejor es no intentar entrar en este discipulado si no está satisfecho con todo lo que lo promueve». Pablo sabía el significado de esto cuando dijo: «Estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor» (Fil. 3:7, 8). Esta renuncia viene como consecuencia de una valoración.
4. DEBE HABER UNA PERMANENCIA EN SU PALABRA. Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos (Jn. 8:31). No oidores de pedregales (Mt. 13:20, 21).
El Señor no puede tener comunión con los que «retroceden» (He. 10:38). Hay hoy gran necesidad de continuar aprendiendo de Cristo. Sigue en el amor de su Palabra, y continuarás en su poder. La corona de vida se da a los que son fieles hasta la muerte (Ap. 2:10).
5. DEBE HABER FRUTO. Que llevéis mucho fruto, y seáis, así, mis discípulos (Jn. 15:8). Como el fruto del Espíritu fue manifestado en abundancia en la vida de Jesús (Gá. 5:22), así lo será en las vidas de quienes son verdaderamente discípulos (Fil. 1:11).
III. Cómo será conocido este discipulado por parte de los otros. «En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos con los otros» (Jn. 13:35). Los discípulos pueden diferir, y difieren, en muchas cosas, pero si falta el amor de unos a otros, aunque no pertenezcamos a la misma secta, es una evidencia de que el amor de Dios no mora en nosotros (1 Jn. 4:20), y de que no hemos aprendido en nuestro corazón la enseñanza de Jesús.
Si el amor con que Dios nos ha amado» ha sido derramado en nuestros corazones, no podemos dejar de amar a los hermanos, y este amor se manifestará deseando y disfrutando la comunión con los santos en luz.
IV. Una pregunta para los discípulos. «¿Acaso queréis también vosotros haceros sus discípulos?» Aquel que ha abierto nuestros ojos, que nos ha redimido por su sangre, que nos ha llamado por su Espíritu, es digno de ser proclamado a otros. «Tú, sígueme» (Jn. 21:22). ¿Queréis también vosotros haceros sus discípulos?