La Oración, una Necesidad y un Privilegio | Bosquejo para Predicar de Lucas 18:1
«También les refería Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar» (Lc. 18:1).
Nuestro Señor da primero el precepto, y luego sigue el ejemplo. Hay en este capítulo cinco ejemplos de oración: 1) Una viuda orando (v. 3), 2) un fariseo orando (v. 10), 3) un publicano orando (v. 13), 4) un principal orando (v. 18), 5) un mendigo orando (v. 38). Todos los hombres debieran orar.
I. Los HOMBRES debieran orar. Se ha dicho que el hombre es el único animal que puede mirar hacia arriba. Pero qué doloroso que tantos actúen como el hombre con el rastrillo de basura que se describe en el Progreso del Peregrino de Bunyan.
El hombre, hecho a imagen del Dios del cielo, debiera mirar arriba. Cuando Nabucodonosor miró arriba, le fue devuelto su entendimiento (Dn. 4:34).
II. Los HOMBRES debieran orar. Algunos escarnecen la eficacia de la oración, refiriéndose a la inmutabilidad de Dios. Como si el Dios inmutable no pudiera ordenar los medios así como el fin. El hombre debiera orar; esto admite la libre acción de su voluntad. Debiera; pero puede no hacerlo, o no quererlo; pero, no obstante, permanece su responsabilidad.
III. Los hombres debieran orar SIEMPRE. Orar acerca de todo, y estar agradecidos por todo (Fil. 4:6).
«Mediante oración y ruego con acción de gracias», etc. Considera aquellas cosas que pudieran distraerte como el ladrido de un perro, porque de cierto que son los aullidos de la carne.
Esto alcanza a toda extremidad y detalle de nuestra vida diaria y rutinaria. Necesitamos el consejo y la fuerza de Dios, incluso cuando no lo pensamos o cuando al menos estamos inconscientes de nuestra necesidad.
IV. Se debiera ORAR siempre. La palabra griega es «desear». Los hombres debieran siempre desear y pedir. Orar sin desear es una burla. Estar siempre deseando no significa estar siempre pidiendo, sino comunicarse con Dios, como Padre, y como uno que se deleita en la comunión con Él.
Es una vida de caminar y hablar con Dios. No es un trabajo afanoso para los que tienen el Espíritu de oración. Es su mismo aliento de vida.
V. Se debiera orar siempre y NO DESMAYAR. Estas son las palabras de Aquel que vengará a sus escogidos que claman a Él de día y de noche. Él sabe que la importunidad no quedará sin recompensa. Abraham desmayó cuando dejó de orar por Sodoma. Joás se detuvo también demasiado pronto, y no llegó a alcanzar la plena bendición (2 R. 13:19).
La importunidad de Pablo prevaleció, aunque el aguijón no le fue quitado. Las causas del desfallecimiento son generalmente la duda y el retardo. En este capítulo hay algunos grandes alientos para la oración. Sigue orando. Si no puedes traer a Dios más cerca de ti, tú te acercarás más a Él.
VI. Por qué los hombres no oran.
1. POR INCREDULIDAD. No creen a Dios, y muestran por su incredulidad práctica que Jesucristo no tiene lugar en sus vidas.
2. POR SU AUTOCONFIANZA. Tienen tales pensamientos acerca de su propio carácter y capacidades que no sienten la necesidad de buscar la ayuda y conducción del Señor.
3. DEBIDO AL AMOR AL PECADO. Algunos están tan conscientes de que sus vidas están en oposición a la voluntad de Dios, que no oran a no ser que estén dispuestos a presentar confesión.