LA ESCALERA DE LA GRACIA. Bosquejos Bíblicos para Predicar Colosenses 1:9-14
Las cartas de Pablo están tan vivas hoy como lo estaban cuando fueron leídas por vez primera en las Iglesias hace 1.800 años (*) ¿Cómo es que siguen viviendo y prosperando a pesar de los fuegos de la crítica adversa? Debido a que está en ellas el aliento viviente de Cristo. ¿Quién podría predicar como Pablo? Solamente los que pudieran orar como él.
El púlpito es débil hoy debido a que el aposento privado es frío. Tenemos aquí una de las maravillosas oraciones de Pablo por sus hermanos. Este pasaje parece como una escalera de gracia, abriendo camino desde las tinieblas a la luz, desde la vaciedad a la plenitud, desde la muerte hasta la vida. Pablo, de pie en las alturas de la gracia, cuenta los peldaños de arriba abajo; pero nosotros la comprenderemos mejor si comenzamos por abajo. El primer peldaño en esta escalera de la vida, así, es:
I. Perdón. El perdón de los pecados es la primera bendición que Dios ofrece al hombre, aunque muchos piensan, en su ignorancia, que es el último beneficio que el hombre puede lograr de Dios. Hay una buena cantidad de Papismo Protestante por ahí, una especie de creencia en que Dios perdona nuestros pecados cuando llegamos a la muerte.
Si fuera así, ciertamente Pablo debe haber sido muy presuntuoso al decir, como lo dice aquí: «En quien tenemos… el perdón de pecados». Hasta que no hayamos recibido el perdón de nuestros pecados, no hemos avanzado un paso en dirección al cielo. El primer peldaño en la escalera es el perdón, el segundo es:
II. Redención. «Tenemos redención por medio de su sangre.» Redimir significa comprar de nuevo. En estos días malos la obra redentora de Cristo es mayormente ignorada en ciertos lugares. Cuando se saca un artículo de la casa de empeños, se dice que es redimido, y cuando está redimido está fuera de las manos del prestamista, y en manos del comprador.
El viejo prestamista a quien nos habíamos vendido a cambio de nada es el diablo. Pero Cristo, habiéndonos redimido mediante su sangre, nos reclama como suyos. El siguiente paso hacia arriba es:
III. Traslación. «Nos ha… trasladado al reino de su amado Hijo.» Solamente los redimidos pueden crecer en este Reino. El proceso de la traslación es un misterio. No hay nada como esto en la naturaleza hasta allí donde lo podamos saber. No hay paso de un reino a otro.
El mineral nunca se transforma en vegetal, y el vegetal nunca se transforma en animal. Pero por la gracia de Dios un pecador puede tornarse en santo. Esto queda evidenciado por las vidas cambiadas de muchos a nuestro alrededor.
IV. Liberación. El siguiente paso es «Nos ha librado de la potestad de las tinieblas». El pecado, como poderoso vampiro, ha extendido sus entenebrecedoras alas sobre las mentes de los hombres. Con respecto a las cosas espirituales somos, aparte de Dios, ciegos como una piedra.
El poder de las tinieblas es algo terrible. ¡Cuántos hay que están envueltos en su miseria! Dios nos libera de él abriendo los ojos de nuestro entendimiento, y plantando nuestros pies sobre la roca de su verdad eterna. El siguiente paso nos levanta a una gran esperanza.
V. Partícipes. «Nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz.» Participantes, no compradores. Se dice que un día, en Inglaterra, el Rey le preguntó a sus nobles qué les daba derecho a sus tierras. De inmediato, cientos de espadas resplandecieron en la luz.
Contestaron: «Con éstas las ganamos, y con éstas las conservaremos ». No es así con nosotros. Cristo, la espada de nuestra excelencia, ha conquistado por nosotros. Nosotros cosechamos porque Él ha sembrado. Vencemos porque Él ha triunfado. Heredamos porque Él ha muerto. El siguiente paso es:
VI. Fortalecidos. Esta palabra nos recuerda que seguimos estando en el lugar de debilidad, de trabajo y de lucha; y sugiere suficiencia para toda nuestra necesidad. «Fortalecidos con todo poder.» Como tus días, así serán tus fuerzas. Pero observa que la fuerza aquí mencionada debe ser manifestada en paciencia y longanimidad. La agitación y un genio vivo son señales seguras de debilidad.
VII. Llevando fruto en toda buena obra es el siguiente peldaño de esta escalera. La obra de Cristo ha introducido la posibilidad de una vida verdaderamente triunfante, al alcance de todo hombre. Si un hombre planta patatas podridas, no puede esperar que salgan buenas. La vida redimida debería producir fruto en toda buena obra. Aparte de Cristo nuestras vidas son tal estériles como pámpanos separadas de la vid. La última y más sublime experiencia es:
VIII. Llenos del cabal conocimiento de su voluntad, etc. Esto implica caminar en la luz y regocijándonos en certidumbres. Cuanto más alto ascendemos en experiencia espiritual, tanto más nítido el aire se vuelve. Muchos nunca parecen salir de la zona de las nubes; parecen contentarse con permanecer en medio de dudas y temores. ¿Cuántos de nosotros hemos comenzado en este peldaño de la vida? Ahí vemos a uno que quiere subir con el mundo a las espaldas.
Allí tenemos a otro cabalgando sobre su iglesia con la confesión de fe bajo su brazo. Allí tenemos a otro tan lleno de orgullo que está hinchado como un fariseo. Pero el primer peldaño implica perdón, por lo que el primer acto de nuestra parte tiene que ser confesión.