LA CIZAÑA Mateo 13:24-30; 37-43
En la parábola de la cizaña tenemos una revelación del reino de los cielos en el campo del mundo. La propia interpretación de Cristo de ella es bellamente clara y sencilla. El reino representa la dispensación de la gracia de Dios. Vino con Cristo Jesús, y continúa hasta el fin de la edad.
I. El Sembrador, o plantador del reino, es el Hijo del Hombre (Mt. 13:37).
Todos los asuntos de este reino están en las manos de Jesucristo. Como preciosa semilla fue traído como una carga en su seno. No es de este mundo, sino del cielo. Es justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo. Es el ministerio que excede en gloria (2 Co. 3:9).
II. El campo, o lugar del reino, es el mundo (Mt. 13:38). El mundo es llamado «Su campo» (Mt. 13:24).
El campo es grande, pero Él tiene suficiente simiente para cada rincón suyo. Su grande y compasivo corazón y ojo abarcan el todo (Jn. 3:16). Gran parte del campo está todavía desierto. ¡Ojalá el mundo de nuestro ser interior esté poseído por Él!
III. La semilla, o súbditos, son los hijos del reino (Mt. 13:38).
La semilla de que siembra el campo le ha costado mucho: redimida con su preciosa sangre. Cada semilla es viva, y tan íntimamente relacionada con el Sembrador como lo son los hijos con su padre.
Cada semilla es puesta en la tierra del mundo para crecer y manifestar su propia escondida vida y hermosura. A este fin debe morir. «Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo» (Jn. 12:24). Tenemos que morir al pecado antes de poder vivir a Dios.
IV. La cizaña, o estorbadores, son los hijos del malo (Mt. 13:38).
¿De dónde vino la cizaña? «Un enemigo ha hecho esto» (Mt. 13:28). Hay eterna enemistad entre la cizaña y la buena simiente (Gn. 3:15). El título «hijos» revela su muy íntima relación con el diablo (Ef. 2:2).
Mientras crecen juntas en el campo puede haber una aparente semejanza, pero su origen y carácter son completamente diferentes. La regeneración es el único remedio para la cizaña (Jn. 3:5).
V. El enemigo, o usurpador, es el diablo (Mt. 13:39).
Era mientras los hombres dormían que sembró la cizaña. Amaba las tinieblas más que a la luz, porque sus obras eran malas. Es cuando los cristianos dejan de velar que el diablo viene, y hace silenciosa y rápidamente su terrible obra.
Cuando aparece la cizaña muchos dicen: «Ahí están sus cristianos». ¡No! Un enemigo ha hecho esto. Toda semilla sembrada por el Hijo del Hombre es buena.
VI. La siega, o separación, es el fin del mundo o edad (Mt. 13:39).
«Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega» (Mt. 13:30).
Así la gracia del Maestro se abstiene de destruir la cizaña por un tiempo; pero la gracia que se abstiene no es gracia que salva. Mientras permanecen entre el trigo sus privilegios son los mismos, pero la naturaleza de la cizaña la hace inadaptable para el granero celestial.
El fin vendrá con igual seguridad que el tiempo de sembrar, cuando todos los que sirven de tropiezo serán recogidos y arrojados.
VII. Los segadores, o siervos, son los ángeles (Mt. 13:39).
Dijeron: «¿Quieres que vayamos (nosotros) y la arranquemos?». Él dijo: «¡No!
Los segadores son los ángeles». Estos siervos imparciales no serán en ninguna manera impedidos en su misión. Su primer trabajo es quitar todos los escándalos y a todos los que hacen iniquidad.
1 SON RECOGIDOS. Los ofensivos e inútiles son juntados. No hay consuelo, ni esperanza, por ser muchos.
2 SON ATADOS EN MANOJOS. Como la paja ata la paja, así es con el mal y el malhechor. No hay más libertad o comunión con el trigo.
3 SON QUEMADOS. Echados, ¡un salto horrendo; eterna separación; juicio espantoso! La cizaña no está hecha para el fuego, sino el fuego para la cizaña. El Señor conoce a los que son suyos.