«Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa... es hermosa la heredad que me ha tocado».
I. La naturaleza de esta heredad. Es:
1. GRANDE. «JEHOVÁ es la porción de mi herencia.» La infinita riqueza del carácter de Dios mismo es la porción de la copa del creyente. No es para maravillarse que diga: «Mi copa está rebosando ». «Mi porción es Jehová, dice mi alma» (Lm. 3:24). «Yo sé a quién he creído», dijo el apóstol (2 Ti. 1:12).
2. PLACENTERA. «Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos » (v. 6). Experiencias que hubieran en otro caso sido desolaciones estériles, han llegado a ser, por la presencia y bondad de Dios, «lugares deleitosos». Y somos hechos partícipes de esta porción, de la herencia de los santos en luz. Estos son los caminos deleitosos y las sendas de la paz.
3. ETERNA. «Jehová es la porción de mi copa» (v. 5). Se precisará de toda la eternidad para recoger este río de deleites con la pequeña copa de nuestra vida. La porción dada está divinamente adecuada a las necesidades del espíritu eterno del hombre. El don de Dios de la vida eterna es el don de Sí mismo.
II. El efecto de esta heredad. La posesión consciente de una heredad tan deleitosa tiene que influenciar poderosamente la vida. Habrá
1. ALABANZA. «Bendeciré a Jehová que me aconseja» (v. 7). Todos los que han sido aconsejados por su Espíritu Santo, y constreñidos a creer en Dios y a entregarse a Él, tienen muchas razones por las que bendecirle. «No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros» (Jn. 15:16).
2. COMUNIÓN. «A Jehová he puesto siempre delante de mí... está a mi diestra.» «Siempre delante de mí». ¡Qué inspiración y qué consuelo en medio de todas las pruebas y turbulencias de la vida! ¡Qué fuente de reposo espiritual, con respecto a todo lo
que estaba delante de él! Si el avaro, o el hombre próspero del mundo, desea poner sus posesiones delante de sí, lo mismo sucede con el hombre de Dios. ¡Pero cuán diferentes su naturaleza y resultados!
3. ESTABILIDAD. «Porque está a mi diestra, no seré zarandeado. » Aquel hombre que siempre pone al Señor delante de él es poco propenso a ser apartado de la esperanza del evangelio. Todos los vientos populares de la doctrina adversa no pueden moverle. Su corazón está asentado, confiando en el Señor.
4. ALEGRÍA. «Se alegró por tanto mi corazón, se gozó mi alma» (v. 9). Su corazón se alegra porque está sanado y satisfecho. No se trata de un intento de regocijarse, como en el caso de muchas de las excitaciones mundanas; se trata de la consecuencia natural o inevitable de una cierta condición o actitud del alma. «Nos gloriamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo» (Ro. 5:11).
5. CONDUCCIÓN. «Me mostrarás la senda de la vida» (v. 11). Aunque este santo camino de la vida pueda ser estrecho, el alma que confía tiene la esperanza de que Él lo irá revelando cada momento, a cada paso. El camino de la sublime vida cristiana es el de la fe continuada y la obediencia continuada. Cada día se nos debe mostrar el camino que Él quiere que nosotros sigamos.
6. ESPERANZA. «En tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre» (v. 11). Aunque somos ahora hijos de Dios, «aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él». Aunque su presencia está ahora con nosotros, no hemos pasado aún a la plenitud de la bendición de su
presencia en la tierra gloriosa. Él tiene en su diestra, reservadas para nosotros, «delicias para siempre ». «¡Esperanza bienaventurada!» (Tit. 2:13).

