Un Llamamiento al Servicio Consagrado. Bosquejos Bíblicos para Predicar 1 Crónicas 29:1-9
Es un gran privilegio poder hacer alguna cosa para Dios. No hay ningún ángel en el Cielo que no se gloríe en todas las oportunidades para servir. ¿Por qué no debieran hacer lo mismo sus ángeles en la tierra? David tenía un ferviente deseo de edificar una casa al Señor, pero esto no le fue permitido porque había sido «hombre de guerra» (cap. 28:2, 3).
La guerra y la adoración son dos cosas que no guardan fácil compañía. Aunque no le fue permitido edificar el templo, hizo grandes preparativos. Recogió cien mil talentos de oro (casi 3. 500 toneladas) y un millón de talentos de plata (casi 35. 000 toneladas) (véase cap. 22:14).
¿Por qué debiera disminuir nuestro interés en la obra de Dios por el hecho de que no se nos permita llevar a cabo aquel trabajo que tanto deseamos hacer? Algunos reducen sus esfuerzos por la causa de Cristo en su propio lugar porque no se les ha abierto el camino para salir al campo extranjero. Hay otros que si no se les pide que hagan alguna cosa grande, no harán nada. Ahora obbservemos:
I. La obra. «La obra es grande; porque la casa no es para hombre, sino para Jehová Dios» (v. 1). Es una gran obra preparar un palacio para el Rey del Cielo. David estaba ansioso porque Dios tuviera una casa digna de su Nombre, y el Señor mismo también lo deseaba mucho.
Pero no olvidemos que Dios era tan grande cuando en la zarza como cuando en el templo. La gloria no consiste en el carácter de la casa tanto como en el carácter del ocupante. «¿No sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?» (1 Co. 6:19).
¿No desea Él que seas una casa digna de su Nombre grande y glorioso? Ésta es «obra grande». Es la obra del Espíritu de Dios, en unión con nuestros espíritus. No sois vuestros. Como este palacio, no sois para hombre, «sino para Jehová Dios».
II. El ejemplo. David no se dirige a otros a llamarlos a que consagren su servicio al Señor antes de haberles dado un ejemplo digno. Dice él: «Con todas mis fuerzas he preparado para la casa de mi Dios» (v. 2). Y otra vez, «por cuanto tengo mi afecto en la casa de Dios… en mi tesoro particular… además de todas las cosas que he preparado para la casa del santuario, he dado para la casa de mi Dios» (v. 3).
El don privado de David ascendía a tres mil talentos de oro (algo más de cien toneladas) y siete mil talentos de plata (casi 240 toneladas) (v. 4). Su ejemplo era de amor y generosidad. Busco primeramente el Reino de Dios.
¿Cómo aparece este ejemplo con el del Señor de David? ¿No preparó Él con todas sus fuerzas para la nueva Casa Espiritual de Dios? ¿No puso Él sus afectos en esta gran obra? ¿No dio de sus inescrutables riquezas de su gracia y padecimientos? ¿No nos ha dejado ejemplo, para que sigamos tras sus pasos?
III. El llamamiento. «¿Y quién quiere hacer hoy ofrenda voluntaria a Jehová? (v. 5). Era un llamamiento a dar a manos llenas y con corazones bien dispuestos. Hay multitudes que siempre están listas a llenar sus manos con el servicio para sus propios fines personales, pero ¡cuán pocos los hay dispuestos a venir a Dios con sus manos llenas! Manos llenas que impliquen una total entrega de corazón.
¿Quién, pues, está dispuesto? Es un llamamiento al servicio voluntario y abnegado. Es también un llamamiento urgente. «Hoy.» El servicio del Rey es urgente. Lo que haces, hazlo más rápidamente, porque pronto habrá pasado el día de servicio y de santo privilegio.
IV. La respuesta. «Entonces los jefes de familia, y los príncipes de las tribus…, jefes de millares y de centenas, con los administradores… ofrecieron voluntariamente» (v. 6).
«Porque de todo corazón lo habían ofrecido a Jehová» (v. 9). Cuando el corazón está perfectamente entregado a las demandas de la obra de Dios, las manos pronto vendrán llenas con ofrendas voluntarias. Se necesita una acción «de todo corazón» para hacer un servicio acepto al Señor. «Dios ama al dador alegre».
Los dones eran diferentes en cuanto a su valor, pero todos eran necesarios y fueron aceptados. «Oro, plata, hierro, piedras preciosas » (cf. 1 Co. 3:12). El hierro puede haber sido lo mejor que algunos tuvieran, pero lo dieron.
No habría nunca carencias en la casa de Dios si los que están conectados con ella tuvieran este «corazón perfecto » para con el Señor. La característica principal de la gran mayoría de los cristianos profesantes es que «solo piensan en lo terrenal».
V. El resultado. «Y se alegró el pueblo… Asimismo se alegró mucho el rey David» (vv. 8, 9). Se regocijaron porque las ofrendas habían sido dadas «voluntariamente… de todo corazón».
El gozo es fruto del Espíritu, y brota del corazón hecho perfecto para con el Señor y su causa en la tierra. Los más felices cristianos son los que voluntariamente llenan sus manos para Dios. El gozo en el Señor es poder, «porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza» (Neh. 8:10). «Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo» (Ro. 14:17).