«ayudador del hombre». (a) Alejandro Magno, rey de Grecia; no es mencionado por su nombre en las Escrituras,
aunque sí en el apócrifo Primer Libro de Macabeos (1 Mac. 1:1-9; 6:2).
Sin embargo, sí es mencionado proféticamente, principalmente en el libro de Daniel, unos 200 años antes de que naciera; el Imperio Griego aparece en la estatua del sueño de Nabucodonosor (Dn. 2) como vientre y muslos de bronce, como sucesor del Imperio Medo-Persa (el pecho y brazos de plata); el tercer animal de la visión de Daniel (Dn. 7:6); el macho cabrío, en otra visión (Dn. 8:5); «un rey valiente» (Dn. 11:3).
En Zac. 6:2, 3, donde se alude a los cuatro grandes imperios, el tercero, el reino de Grecia, es comparado a un carro con caballos blancos. Alejandro Magno, hijo de Filipo II y de Olympias, nació en Pella en el año 356 a.C.
Vino a ser rey de Macedonia cuando su padre fue asesinado en el año 336; sometió a los griegos en el 335; a los persas el 334; conquistó Tiro; conquistó Siria y Egipto el 331; conquistó Partia, Media, Bactria, e invadió la India, 330-324, y trató de llevar a cabo nuevas conquistas, pero murió en Babilonia en el año 323 a.C.
Estas fechas muestran la velocidad aplastante de sus campañas, concordando con la imaginería que nos dan los pasajes citados en el párrafo anterior.
Era de carácter sumamente cruel, como lo muestra su comportamiento en la conquista de Tiro; tras una larga y valiente resistencia, Alejandro, enfurecido, masacró a 8.000 habitantes, crucificando a 2.000 de ellos; del resto, los que no pudieron huir por mar, 30.000 fueron vendidos como esclavos.
Vemos, tanto en su velocidad como en su ferocidad, al leopardo. Flavio Josefo da interesantes detalles acerca de su conquista de Palestina y su comportamiento en Jerusalén (Ant. 11:8).
(b) Hijo de Simón, el hombre de Cirene que fue obligado a llevar la cruz del Señor (Mr. 15:21).
(c) Uno de los principales entre los judíos cuando el arresto de Pedro y Juan (Hch. 4:6).
(d) Un judío de Éfeso que intentó dirigirse a la multitud en el teatro (Hch. 19:33).
(e) Uno de la iglesia que, habiendo naufragado en la fe, fue entregado por Pablo a Satanás, para que aprendiera a no blasfemar (1 Ti. 1:20).
(f) El calderero que causó daño a Pablo, del que Timoteo tenía que guardarse (2 Ti. 4:14). Pudiera tratarse del mismo que el anterior.
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