Piscina de Jerusalén (Jn. 9:7); Isaías habla de sus lentas aguas (Is. 8:6); se encontraba en las proximidades del huerto real (Neh. 3:15).
Josefo la sitúa en la extremidad del valle de Tiropeón, cerca de una curva de la muralla antigua, bajo la colina de Ofel (Guerras 5:4, 1-2). Este nombre se conserva en el de Birket Silouãn, el emplazamiento de la antigua piscina.
Se trata de una cavidad rectangular, midiendo 17 m. de longitud y 5,5 m. de anchura, y casi 6 m. de profundidad. El lado occidental de esta obra de mampostería está muy desgastado.
El agua brotaba dentro de una pequeña cavidad, excavada en lo alto de la roca; es la llegada del canal que conduce el agua de la Fuente de la Virgen (Gihón). En la parte inferior del estanque, el agua sale por un pequeño canal que lleva las aguas a irrigar los huertos del valle de Cedrón.
En 1880, un muchacho entró en la conducción que lleva el agua de Gihón a la piscina, descubriendo en sus paredes una inscripción de seis líneas, en heb. muy puro; se supone que la fecha de esta inscripción es de la época de Acaz o de Ezequías.
Siendo que la erosión había borrado una parte de las tres primeras líneas, es difícil determinar algunos caracteres, pero el sentido es evidente.
Se trata de la descripción de la perforación del túnel desde ambos extremos, y del encuentro, en su punto central, de los obreros, cuyos picos chocaron entre sí.
La cumbre de la roca estaba a 100 codos por encima de la cabeza de los mineros. Los caracteres dan evidencia de que los escribas de Jerusalén estaban ya habituados a escribir sobre papiro o pergamino.
La torre de Siloé, mencionada en Lc. 13:4, debía hallarse sobre la cresta del Ofel, cerca de Siloé.
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