Bosquejos biblicos para predicar el evangelio. Un bosquejo biblico contiene toda la estructura de una predicacion. Bosquejos para predicar por temas y libros de la Biblia.
La promesa de Dios. Levántate, y desciende al campamento; porque Yo lo he entregado en tus manos. La batalla ya había sido librada y la victoria ganada en el propósito de Dios.
En ocasiones nos es necesario tener el Arca sobre nuestro hombro, en la calle así como en la casa. A los ojos de algunos, el Arca está siempre fuera de lugar, excepto cuando no se pueda ver.
Las demandas de todas las otras religiones pueden quedar satisfechas mediante una mera conformidad externa, pero el cristianismo demanda la regeneración del hombre interior.
La palabra de Dios Convierte el alma, porque es perfecta. Se precisa de un instrumento perfecto para cumplir una obra tan delicada y poderosa como ésta.
Desde Edén hasta la Cruz de Cristo se mantuvo ininterrumpida la línea roja sacrificial. Pero todos los sacrificios hallaron su culminación en el Cordero de Dios.
Esta revelación no puede en absoluto ser invención de los hombres. El ojo de la mente carnal del hombre jamás la ha visto. El oído de la sabiduría humana del hombre jamás la ha oído.
El velo del tabernáculo (Éx. 26:31, 32). Colgaba de cuatro columnas, y separaba el lugar santo del Santísimo, y servía como cubierta para la gloria, que reposaba sobre el propiciatorio entre los querubines.
Por fe andamos, no por vista. Elías tuvo un largo descanso al lado del secreto arroyo, quizá durante doce meses. Esto serviría a la vez como prueba de su fe y de su paciencia
Llamado por el Señor. El Señor dijo: Toma a Josué hijo de Nun, y pondrás tu mano sobre él. Esta posición no fue de su elección hasta que la mente de Dios se manifestó de una manera bien clara.
No se nos dice quién trajo los niños a Jesús, pero lo más probable es que fueran las madres. Benditas aquellas madres que han creído en Jesús de tal manera que traen a sus hijos a Él.
Traicionado por un hipócrita. Y también estaba con ellos Judas, el que le entregaba. Aquel que había acompañado a Cristo, que había compartido el compañerismo de sus discípulos.