Bosquejos para Predicar
Dios a nadie pierde sino al que se va, Y nadie se va sin que Dios se duela; Dios se duele por su abandono, Yendo tal corazón a su propia condenación. Abandonar a Dios es abandonar la FUENTE DE AGUAS VIVAS.
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Una vida en la que Cristo mora. Y ahora es Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Ha devenido, por así decirlo, una nueva personalidad. Una nueva voluntad, un nuevo propósito, y un nuevo poder rigen y reinan ahora.
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Aquí, como cuando envió a su Hijo, el último alegato de Dios fue la manifestación de su propio carácter. Aunque Dios respondió a Job desde el torbellino, no tenemos por ello que inferir que la voz fuera como una tempestad rugiente y desarraigadora...
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La tiranía de la clase rica solo es igualada por la envidia de la clase más pobre. El siervo de Cristo no debe esforzarse ni en pos de ventajas personales ni de la alabanza de los hombres, sino que en nombre de su Señor tiene que hablar sin temor.
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Dos veces en este Salmo habla Dios de que su alma «reposa» o «confía callada» (V.M.) en Dios. Este silencio es profundamente significativo. Es casi tan ominoso para nosotros como lo fue en el cielo como por media hora
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Los judíos, en la ceguera de sus corazones, seguían clamando por una señal de Cristo que mostrara que Él era realmente aquella «comida que permanece para vida eterna», después de haberlos alimentado con pan milagroso.
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El tiempo de la cena es la presente dispensación. La cena se refiere a las bendiciones y privilegios concedidos para los hombres en el sacrificio del Hijo de Dios.
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En la noche de tu terrible prueba, Cuando se avecinaba Getsemaní, Del traidor el beso, del amigo la negación, La cruz de vergüenza y la lanza que te traspasó. Tu diste estos símbolos santos De tu sacrificio y amor.
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La morada de Cristo se manifiesta por la presencia y el poder del Espíritu Santo. «En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu» (Jn. 4:13).
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